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| Fotografía Belén Mora |
RELATO 1
EL MUNDO DE ENSUEÑOS DE LOS NIÑOS
Madrid, en diciembre de 1979, vestía de blanco y de fiesta, olía a mazapanes, polvorones y turrones. La Navidad era mi mundo mágico. Éramos seis hermanitos, con muchas carencias. Diciembre nos llenaba de ensoñaciones. Nuestros padres nos llevaron, con ilusión, a Cortylandia. Deslumbrado ante el brillo, el estallido de luces, me encontré viajando entre ángeles, duendes, gnomos… que hacían dulces y envolvían regalos. Miles de niños felices esperaban el suyo. Iba en el tren de las ilusiones, entre torbellinos de colores, estrellas y juguetes. Desperté escuchando a mi padre llamar a mi madre:
—¡Encontré al niño, dormido sobre un colchón!
RELATO 2
UN SOPLO DE VIDA
Mamá me contó que, cuando era pequeño y me cogía un berrinche inconsolable, me soplaba en la cara para apaciguar mi llanto. El aire tibio me devolvía la serenidad, mostrándome su sonrisa antes de caer rendido.
Papá, en los días de playa, pescaba desde la orilla y dejaba los peces sobre la arena. En su agónica agitación los quería calmar. Entonces, les acercaba mi rostro para soplarles como lo hacía mamá conmigo. Y por supuesto, después les sonreía, porque creía que la muerte era un sueño profundo.
RELATO 3
EL CICLO DE LA VIDA
Susana vende pescado en uno de los mayores mercados de Río de Janeiro.
En su oficina colgó hace años una ampliación de esa foto, que le recuerda sus orígenes, su infancia, su amor por los animales, sobretodo por los peces.
La playa del Chanquete está llena de recuerdos para ella.
Con siete años la llevaron sus padres a Brasil, allí montó su negocio, se casó y tuvo dos hijos.
Los peces siempre la acompañaron en la trayectoria de su vida.
Esta mañana, cuando se ha levantado, tenía en el dorso unas aletas plateadas.
Empieza a escamarse.
RELATO 4
EL MAR
"Guachi Guachi Guachi.
Glu, glu,glu.
Anana gugu "
Le hablaba en ese idioma fascinante.
Se despidió de él y el mar se lo llevó.
Caminó tambaleándose, como hacen los bebés, y sacudiéndose las manos de la arena, así como con asquito. Luego se acercó a la orilla y pisaba con fuerza, riendo a carcajadas, cada vez que el agua llegaba a él.
Nunca olvidó el olor del mar, el tacto de la arena y el ir y venir de las olas.
Aquel día selló su origen:
¡Pertenecía al mar!
RELATO 5
ELLA
Ella, con rizos dorados y botas amarillas, contempló al pez plateado que agonizaba en la orilla.
—Hola, pesesito bonito.
—Hola, pequeño ángel —respondió él, con un destello triste.
—¿Qué te ocurre?
—Me quedé sin mar —susurró, frágil como espuma.
La niña señaló las olas que respiraban a pocos pasos.
—Entonces… vuelve a tu casa.
Con suavidad lo guio con la punta de su bota, y el pez, agradecido, se desvaneció en el agua.
Ella quedó riendo, como si el mar le hubiese contado un maravilloso secreto.
RELATO 6
EL PEZ PLATEADO
¡Tiene los ojitos azules, mamá, y el vestidito de plata!
La madre corre a su lado, pensando que el pescado huele, no lo toques, vida, ¡no lo toques!
El pececito duerme, dice la madre para no poner triste a la niña, ¡ahora viene mamá pez viajando en una ola para llevarlo a su casa!
No da tiempo a tal regreso.
Una gaviota desciende, impetuosa, sobre el cuerpo plateado e inerte y se lo lleva en el pico.
El grito de la niña estremece el mar que se riza de espuma hasta el horizonte.
RELATO 7
INOCENCIA PERDIDA
La mañana era gris y escaparse para entrar en la playa guardaba un único objetivo para él: encontrar la concha mágica. Avanzaba cautelosamente junto a la orilla temeroso de que no le diese tiempo encontrarla.
Entonces, algo inesperado interrumpió sus pasos. Un pez, inmóvil, que desprendía un aura enigmática. Alargó su mano para tocarlo y, un segundo antes de hacerlo, escuchó una voz desconocida.
“Gracias por venir. Ahora te toca a ti”
Cuando quiso reaccionar su perspectiva ya había cambiado. Tendido sobre la arena contemplaba su figura de niño sonriéndole maliciosamente. Desde el horizonte, el mar lo llamaba.
RELATO 8
EL RECUERDO VIAJA
Crecer junto al mar fue oler a salitre, ignorar el tiempo, disfrutar la playa, garabatear la arena mojada, hacer la croqueta, construir castillos con su fosa y todo, saltar longitudes como en Olimpiadas.
Jugar a las palas, hacer volteretas, pescar camarones, atrapar coquinas después de una ola.
Entender la muerte en un pez varado y en una gaviota. Darles sepultura.
Terminar las tardes con labios morados, temblando de frío. Cenar bocadillos masticando arena.
Mi madre limpiando mis pies con agua de mar. Junto a mis hermanos, los tres agotados, regresar a casa. Ducha calentita y a la cama.
RELATO 9
ESPERANDO EN LA PLAYA
Desde que era niño sabíamos que un día se haría a la mar y habría que aguantarse el zarpazo en las tripas.
Cuando alcanzó tres palmos escasos se hizo imposible aplacar su interés por todo lo que el océano le ofrecía.
—¿Lo escuchas? —decía con el sonido de las olas de fondo—. Me llama.
Ocurrió antes de lo esperado. Se escapó una madrugada, robando una vieja barca de pescadores. No pudimos evitarlo entonces, ni tampoco después; ya no paró de embarcarse aquí y allá.
Ahora vivo temiendo que un día el mar escupa su cuerpo envuelto en algas.
RELATO 10
NOSTALGIA
A veces, sin pretenderlo, ciertas situaciones rescatan recuerdos que creíamos perdidos, pero que en un rincón silencioso de la memoria aguardan a que algo los empuje hacia la puerta olvidada. Así ocurrió hoy, tu fotografía apareció como un susurro antiguo recordándome aquellos, tus primeros pasos, de cuando empezabas a descubrir tus primeras sensaciones. En aquel instante remoto tu inocencia era faro y asombro de la niñez, territorio infinito donde cada gesto del mundo parecía recién inventado. Recordarlo ahora es sentir que algo pequeño, frágil y verdadero sigue vivo, y me hace feliz y...por qué no decirlo, cierta nostálgia también.
RELATO 11
ANTIPAZ
"Niño, deja al pez en paz" dijo mi abuela la tarde que marcó mi vida. Pero aquel pez estaba quieto, en la paz más absoluta, la de la muerte, y siendo tan pequeño aquello me traumatizó y me convertí en el "anti paz".
Durante la infancia y adolescencia di "por culo" allí donde fui.
Ya de adulto encontré la mejor manera de seguir haciéndolo. Me hice notario de defunciones, experto en sellar finales. Cada firma era un troleo al destino. Hasta que descubrí mi nombre en un expediente abierto: sellé mi propia defunción y entonces comencé a vivir.
En paz.
RELATO 12
LA PECERA INFINITA
Elsa arribó a este mundo sin ser deseada. Su solitaria madre se encargó de preparar su llegada. El embarazo de su mar interno,con sus oleadas y arrecifes, la terminó de moldear.
Elsa era observadora, curiosa y demasiado preguntona para su edad.
Su curiosidad la llevó hasta él.
-¿Pececito, por qué saliste de la pecera?
-Por lo mismo que tu, Elsa. Los dos lo hicimos. Tu para nacer, y yo para transformarme en sal de estrellas.-
Elsa prosiguió su camino saltando de huella en huella; deshaciendo los desafinados coros de gaviotas; hasta que un socorrista la devolvío a su aterrada madre.
RELATO 13
DE TÁNGER A ALGECIRAS
-Papá, la humedad empapa mi alma cuando miro esta foto.
-Fátima, ya pasaron 21 años. Es hora de que sepas lo que ocurrió.
-Le contestó, mientras la abrazaba.
Apenas amaneció ese día, un bote procedente de Tánger con diez personas encalló en la playa de Getares. Tu madre cayó al agua durante la travesía, y los que sobrevivieron, dejándote sola en la orilla, huyeron por los acantilados. La guardia civil tomó esta imagen al rescatarte. El destino, querida hija, te trajo a nosotros y te adoptamos.
-Papá, no dejes de abrazarme. -Susurraba Fátima, llorando afligida.
RELATO 14
SOMBRA DE PLATA
Tiene el alma de pez un fulgor tan brillante, que su plata reluce brincando sobre el cielo, libertad de los mares mostrándonos la vida.
Yo miro el horizonte y la imagen del salto me conduce a la infancia con escamas pueriles y olor a maresía.
Paseo por la orilla y mi nieta descubre la quietud habitada de las almas inertes, allí sobre la arena, la emoción contenida, la primera pregunta que se hacen los ángeles.
De nosotros depende, le expliqué a mi pequeña, la vida del planeta: El mar está en peligro, también está en nosotros.
Y se quedó extasiada.
RELATO 15
MAMÁ SIRENA
“Hola, pececito. ¿Qué haces aquí solito? ¿Estás tomando el sol? Pues igual que mi mamá, hasta que se metió en el agua para nadar como una sirena. Pero de eso hace ya un buen rato y ahora no la veo por ninguna parte. ¿Y tu mamá dónde está? A lo mejor la mía ha ido a buscarla al fondo del mar. Tendremos que esperar a que salgan. ¡Qué raro…! Voy a ir a buscarlas. Tú quédate aquí quietecito ¿vale?”
Tan quieto estaba que no pudo ver cómo la coronilla infantil desaparecía bajo la espuma blanca de una ola.
RELATO 16
LA LOLA CON BOTAS
Recuerdo a Lola la primera vez que bajamos a la playa. Tenía tres añitos. Las cosas desde 2020 no nos habían ido bien, pero reunimos unas ganas tímidas y un poco de dinero para volver a Gijón, la ciudad que dejé hace casi veinticinco años.
La arena estaba fría y había un pez muerto junto a la orilla, con la piel plateada aún húmeda.
Lola lo observó muy seria, y durante unos segundos pensé en la vida, en símbolos, en ciclos que regresan. Fue impactante, sí, pero más impactante fue el pedo que se tiró la niña al agacharse.
RELATO 17
EXPOSICIÓN FOTOGRÁFICA
CONVERSACIÓN DE BESUGOS
Los Trampantojo eran antaño poseedores de un extraño don. Si alguien de la familia se enfadaba extremadamente, podía convertir a otro miembro en cualquier cosa a su antojo.
Sucedió en la playa. Lili comentó a su padre que se casaba.
—¡Ni loco voy a consentir que te cases con un tontolaba; antes te convierto en un indefenso bebé! —sentenció el progenitor.
La pequeña, con una rabieta descomunal, miró a su alrededor para inspirarse transformando a su padre en pez.
_¡Toma ya!_, dibujaba una sonrisa infantil.
En esta instantánea podemos contemplar cómo discuten padre e hija sin llegar a ninguna parte.
RELATO 18
PECES VARADOS
Un niño contemplaba con tristeza a un pez muerto en la bajamar. Entre graznidos de gaviotas y el rumor de las olas, lo vi tan pequeño,que lo imaginé cayendo del pico de una cigüeña.
Me acerqué con cuidado para no asustarlo, pero el niño estaba tan absorto, tan varado en la orilla, que no me sintió. Le rocé el hombro y, entonces, unos ojos azules y limpios me miraron.Parecia un querubín robado de un retablo.
Nunca supe su nombre o procedencia, pero después de muchos sinsabores y burocracia, conseguí adoptarlo y bautizarlo con el nombre de Moisés.

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