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Carmen González Castro |
RELATO 1
DÉJÀ VU SIN SALIDA
Cada mañana, Clara se despertaba en una ciudad distinta, vacía, desmoronándose. Andaba entre ruinas que no recordaba haber visto antes, buscando señales de vida. A veces oía voces; otras, veía sombras que se deshacían al tocarlas. “Esto no es real”, se repetía, pero el frío era real, el hambre también. Una vez encontró un espejo; su reflejo parpadeó y le sonrió con maldad. Entonces entendió que quizá no era ella quien soñaba, sino el mundo, y que estaba a punto de despertar… o desaparecer. Cerró los ojos, los abrió, y todo seguía igual. O quizá peor. ¿Y si nunca había dormido?.
RELATO 2
DONDE ESTAN MIS GANAS
Hoy me levanté sin ganas.
Si, así, sin ganas.
Como suena.
Tal cual.
Sin ganas de levantarme ni ganas de quedarme en la cama, ni ganas de nada.
Sin ganas ni de tener ganas. Qué paradoja.
Las "no ganas" llenan todo.
Que si es depresión, que si lo otro... que no.
Que yo estaba perfectamente.
Simplemente no hay ganas. No hay más.
Y pienso, bueno no pasa nada si un día no hay ganas, es hasta bueno aparcar las ganas ese día.
Eso sí. Otro día que ya tenga ganas os contaré algo. Cuando vuelvan las ganas será. Si vuelven.
RELATO 3
¿ÉL O YO?
Dicen que conectar con tu niña interior libera, pero a mí hay cosas que le sucedieron a mi niña que no se me van de la cabeza.
Estoy constantemente conectada a ellas. Deseo con todas mi fuerzas ver aquello como algo tan lejano que sienta que no me pasó a mí.
Lo que me hizo aquel monstruo marcó el final de mi niñez, de mi inocencia... al mismo tiempo que se prendía a mí como una mancha indeleble.
Ahora tengo la oportunidad de sumarme a su ejército de víctimas para quitarle la careta y acabar con él. Pero tengo miedo.
RELATO 4
VEINTITRÉS, JAMONA, VEINTITRÉS
Era 1990, acabábamos de abrir el Reina Sofía.
Ella, toda pija, miraba aquella foto, absorta, ensimismada, cuando él, oliendo a macho, se le acercó. Sin rodeos. Sin preámbulos. Sin filtros.
—Con los dedos de las manos, con los dedos de los pies, con la polla y los cojones, todos suman veintitrés.
—¿Perdone?
—El título de la foto, digo.
—¿Cómo dice?
—Que si follamos ya o lo dejamos para luego.
—Es usted un maleducado.
—Y tú una jamona.
Este año celebramos su 35 aniversario; El del museo. Esos dos no creo que volvieran a verse. Qué ganas de jubilarme.
RELATO 5
EL INSOMNIO DE LA CONCIENCIA
Primer lunes de enero, día aciago en el que Angélica, como ejecutiva de su empresa, se vio obligada a realizar un despido masivo. Exhausta, ya de madrugada y con tres comprimidos de lorazepan se fue a la cama.
Arropada profundamente por los brazos de Morfeo, de repente se iluminó su habitación.
A los pies de la cama se encontró una imagen oscura y amorfa que se le acercó, distinguiendo de ella las dos robustas manos que cubrieron su rostro, presionándolo hasta crujir.
Sólo pudo gritar en silencio, y tras un minuto eterno, el destino la llevó de vuelta a casa.
RELATO 6
INFORME PRELIMINAR
Después de días de agónica espera, recibí la llamada del Instituto Anatómico Forense para identificar tu cuerpo antes de proceder con la autopsia.
Sin demora, agarré mi bastón y acudimos de inmediato, Draco y yo.
Dudo que la investigación pueda descubrir las verdaderas causas que te llevaron a acabar muerta en aquel paraje desolado. Me temo que eso solo lo sé yo.
Temiéndome lo peor, procedí a identificar el cuerpo tocando con mis manos su rostro.
A través de mis dedos palpé una frente decidida, el arco de unas cejas relajadas y el ángulo de un suave mentón.
Eras tú.
RELATO 7
APAÑÁ ESTOY
Querido diario:
Hoy me encuentro confusa y aturdida porque me pone de los nervios la gente que hace ruido al masticar.
Cuando ocurre, experimento un acceso súbito de ira y me entran unas ganas casi irrefrenables de arrebatarle violentamente aquello que esté comiendo el, metafóricamente hablando, cerdo y después ponerle a caldo a base de improperios absolutamente hirientes y despectivos.
También entro en cólera cuando alguien habla por teléfono en un tren, por ejemplo, dando la murga como el zumbido constante de un moscardón.
En definitiva, creo que tengo algún trastorno mental o me falta algún mineral.
RELATO 8
"TEST DE APERCEPCIÓN TEMÁTICA"
Su muerte había sido súbita, durante la noche. Yo dormía en el sillón, al lado de la cama, pero no supe que se había ido hasta el amanecer.
Ella sí lo supo, porque tenía los ojos abiertos. Siempre lo sabía todo. Y se fue como vino a mi vida.
Sin darme cuenta.
Intenté cerrarle los ojos, y aunque lo hice, todavía me miraba, porque su mirada estaba en el interior de mi cuerpo, entre mis células, unida a mis entrañas.
Tome conciencia de ello, y esa percepción me obligó a perdonarla.
RELATO 9
A UN PASO DE LA LOCURA
Siento angustia. Se repiten todas las noches.
No consigo recordar de qué se tratan, tampoco sé si hay algo que las activa. Puede ser estrés o tal vez algún recuerdo o una preocupación del subconsciente.
Vivo continuamente angustiada ¿Por qué? No lo sé.
No concilio el sueño y cuando me duermo abruptamente me despierto luchando con alguien que se esconde en mi interior. Mis propias manos me ahogan. Las pesadillas se me hacen insoportables.
Como terapia me he impuesto escribir microrrelatos antes de acostarme. No sé si lo conseguiré, llevo tres días sin dormir. No puedo más. ¡Ayuda, por favor!
RELATO 10
EFECTOS SECUNDARIOS
Dejé de hacerlo porque me dijeron que influía bastante en el descanso. Probé con música relajante, varillas de incienso y hasta con meditación. Nada parecía anular mis ganas de ojear el móvil estando en la cama.
Entonces probé con la lectura. ¡Funciona! Mi mente se va apagando y concilio el sueño con mayor facilidad. Aunque, claro, ahora tengo mucha más actividad nocturna que antes… Anoche un adonis de veintipocos me lanzaba a la cama, me sobeteaba de arriba abajo y me hacía de todo.
Igual la literatura erótica no es la opción más conveniente para tener una noche sosegada, ¿verdad?
RELATO 11
QUÉ BUENA AMIGA…
Te va a encantar el Kobido, “me dijo Carolina”, como si aún recordara lo que a mi me gusta.
No nos veíamos desde la UNI. Ella está intacta. Yo, apretando los dientes, literalmente.
Mientras me masajeaba la cara, murmuró: “Estás guapísima”. Me lo dijo justo cuando tenía sus dedos metidos en mis sienes, como si pudiera esculpir lo que aún queda de mí.
Intenté sonreír, pero solo me salió un espasmo, las gracias se me quedaron atrapadas detrás de los dientes.
Qué buena amiga… Siempre supo dónde apretar.
RELATO 12
POR LOS PULGARES
Mi vieja me pilló una foto y empezó a gritar que qué mierda era esa, y luego que señor bendito, y que si mi padre levantara la cabeza, lo de siempre.
Yo le dije que era un montaje, la cara de una amiga y sus manos. Se fue murmurando algo sobre los pulgares y me dejó tranquilo.
A la hora de la cena tocaron a la puerta, la poli. Los llevó a mi cuarto sin decir nada. En cinco minutos, el más gordo encontró la colección. Y por eso estoy aquí, agente, por los pulgares. Sí, quiero un abogado.
RELATO 13
AURORA
Vi la luna sumergirse en el brillo del sol.
Entendí la crudeza de vivir en las sombras.
Al quitarme las vendas que cubrían mis ojos tras la cirugía, la luz me golpeó.
Perpleja, no solo vi, sentí.
Un temblor me invadió.
Era mi amanecer… yo volvía a nacer.
RELATO 14
AUTORRETRATO DE UNA MUERTE ANUNCIADA
– Comisario, tenemos los resultados forenses. Han encontrado restos biológicos en unas improntas palmarias sobre el rostro y cuello de la fallecida. Con suerte podremos saber a quién pertenece el perfil genético. De lo que no hay duda es que la muerte se produjo por estrangulación mecánica.
¿Usted la conocía, verdad?
– Naturalmente. Nuestra querida artista vidente, Peggy Campbell. Sus óleos y bocetos nos ayudaron a resolver muchos casos.
– También hemos averiguado que este perturbador autorretrato lleva expuesto en el Guggenheim de Nueva York una década. Es un calco de la escena del crimen.
– Pobre Peggy. Víctima de sus pinturas y videncias.
RELATO 15
LA GRAN EVASIÓN
Es mi momento innegociable. Cada semana me largo a lo que yo llamo La Gran Evasión. Dejo a mi marido con los niños lidiando con las extraescolares, los baños, la cena y me voy a la pelu.
Allí soy la reina del confort. Me lavan la cabeza con mimo casi religioso. Un masaje capilar relajante, luego exfoliante del cuero cabelludo —“esto activa la circulación, cariño”— y después mascarilla en el rostro.
Floto.
Salgo con el pelo brillante, los chakras alineados y el alma en paz.
–¿Otra vez a la peluquería?–dice mi marido enfurruñado.
–La peluquería es innegociable, mi amor.
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