sábado, 26 de abril de 2025

RELATOS SEMANA 256

Foto Robert Doisneau

 
RELATO 1

LA CHATARRERÍA DEL TITO FINO 

Es un placer ver cantar y bailar a los hermanos Montoya. Como periodista sigo sus actuaciones por el mundo. En una entrevista les pregunté cuáles fueron sus orígenes y de dónde les venía esa pasión que ponen en sus actuaciones. Me dijeron que donde realmente desarrollaron su talento, fue en la "Chatarrería del Tito Fino" en el barrio de los Asperones, Granada. En invierno, alrededor de la hoguera, en verano, debajo del Chambao. 

La familia sigue reuniéndose en la chatarrería con el cante y el baile. El escenario de los chiquillos; la chatarra, el polvo, la grasa y los desguaces.

RELATO 2

MAMÁ GANÓ, NOSOTROS PERDIMOS

Más de dos meses llevan mis hijos preguntando por las fiestas del pueblo. Están como locos, aunque, a esa edad, yo también pasaba meses haciendo la misma pregunta a mis padres.
Hoy día, cuando pienso en ello, me vienen los recuerdos del año en que a mi madre le tocó el bingo que se celebraba en la plaza del pueblo. Mi hermana Carmen y yo lo celebramos dando brincos en el primer sitio que encontramos.
La Guardia Civil no tardó en bajarnos de aquel coche propiedad del alcalde, y lo ganado sirvió para pagar tal destrozo.


RELATO 3

LA VERDADERA RIQUEZA
 
En un rincón olvidado de los suburbios de Barcelona, Laika y Jonatán, hermanos gitanos, jugaban sobre un coche viejo. El viento les despeinaba mientras reían como si el mundo fuera suyo. Su casa era humilde, hecha de parches y promesas rotas, pero su espíritu no conocía límites. Mientras otros los miraban con prejuicio, ellos bailaban sobre la chapa oxidada, soñando con libertad. Su cultura, rica en historias y canciones, era su escudo y su fuerza. No tenían lujos, pero tampoco cadenas. Porque, al final, la verdadera riqueza era aquella tarde de viento, risas y sueños compartidos sobre un coche abandonado.

RELATO 4

POCO ARTE, MUCHO INGENIO

No tenían un coro que les acompañase y la radio rota soltaba un hilo de música entrecortada pero para ellos fue el mejor de los escenarios. 
La gente pasaba, algunos se detenían, otros, los más, no prestaban atención a aquéllos dos chiquillos que por una moneda se desgañitaban en lo alto de aquél desvencijado coche que entre el sol de justicia y un calor sofocante a sus pies pretendían ganar unas monedas aquél día del caluroso mes de agosto.
No tenían mucho arte pero sí hambre y la carencia les agudizó el ingenio.
La necesidad es el motor del ingenio.

RELATO 5


PARÍS Y HELENA 

Helena era, ante todo, griega. 
Y eso se traducía en asistir a reuniones y danzar con su amigo Cícero, al grito de ¡Epa!, mientras los mayores jaleaban.
En una de esas celebraciones alguien le contó el relato de París y Helena, enamorados y escapistas por partes iguales, y culpables de la guerra de Troya. 
Desde entonces creyó estar destinada a repetir la historia.
Tras años bailando, el destino y su libre albedrío la llevaron a Francia.
No fue desacertado el vaticinio. 
Terminó siendo primera bailarina en el Ballet de la Ópera de París.

RELATO 6

DONDE SOLÍAMOS GRITAR

Diez años después, volví al lugar donde solíamos gritar. Todo seguía intacto: los bancos con nuestros versos torpes de Bowie, los coches oxidados con nuestras iniciales grabadas a compás, y el eco del monstruo que pudo contigo.
En mi bolsillo sigo llevando nuestras promesas rotas. Quemé nuestras cartas, tus poemas, mi diario…Pero el grito sigue vivo, agazapado. 
Decías que el grito nos salvaría; solo funcionó conmigo, mi princesa.
Hoy, al fin, tengo paz. Fría, prestada, frágil. Pero paz. A veces me pregunto: ¿para qué gritábamos?
El silencio, hoy tuyo, me devuelve la pregunta.
Yo la guardo donde todavía duele.

RELATO 7

ALGUNOS SE CREEN LIBRES, OTROS LO SOMOS

Nací en el seno de una saga de gitanos auténticos y orgullosos de serlo. Mis antepasados lejanos fueron nómadas, buscadores incansables del buen vivir, y eso, aunque las últimas generaciones decidieran asentarse, se lleva en la sangre. 
Tuve una infancia despeinada, literal y metafóricamente. Por eso, después de que unos funcionarios _bienpensantes_ decidieran _proteger_ a los menores de mi poblado y nos obligaran a vivir en familias payas _normalizadas_, se cernió sobre nosotros una tristeza profunda que nos marchitaba.
Tras mucho litigar, al fin nos _devolvieron_. 
Bailamos y cantamos sin parar durante tres días con sus tres noches. Libres.

RELATO 8

ADIÓS FRANCISCO, ADIÓS

—¡Que os bajéis der coche de una vé!
—¡Anda y que te follen, Julián! Sube tú y nos bajas.
—¿Pero qué dices, caniha? ¡Aburtan má las palabras que tú! Que lo tengo a tersero, hombre. 
—Ahhh, bueno, siendo asín… nuestras disculpas. Quillo, vámono, que el señor lo tiene a tersero. ¡Jajajaja!

Se miraron, cómplices, y siguieron bailando. Desde mi balconcillo no podía reírme más. 

—¡Juli, deja a los chicos, Franco no se muere todos los días! —grité con una sonrisa—. Aunque tenga que apretarme el cinturón, yo corro con los gastos. Que disfruten, que hoy es un día para recordar

RELATO 9

HISTORIA DE…

Parece que fue ayer, el humo de las velas de una tarta de cumpleaños se evaporaba entre risas y lágrimas de alegría; el pasado se escapa entre recuerdos. 
Al final, la vida es un algo que se disfruta… o no. 
Quedan huellas de los hechos, aunque sean realidades intangibles. Todo pasa deprisa, marcado por arrugas, canas y sueños sin cumplir.
Somos el único manantial del que brota agua salada y agua dulce, conformando nuestro baile, en esta fiesta llamada “Vida”.
Es historia… nueve décadas vividas parecen segundos; se fueron como polvo, disperso por un soplo.

RELATO 10

RECUERDA 

Durante el apagón, el silencio llenó el apartamento. Sin redes ni pantallas, Julia sacó una caja polvorienta del armario. Entre risas y nostalgia, sacaron una foto: ella y Mateo de niños, de pie sobre un coche viejo, gritando al viento. _"¿Recuerdas ese verano?"_, preguntó ella. 
"No", respondió él. 
_"Pues haz memoria"_

El apagón, lejos de ser una molestia, les conectó con su esencia, con esa alegría salvaje de la infancia. Sin internet, encontraron algo más valioso: memoria viva, amor antiguo. Se miraron, sonrieron, y en la penumbra, volvieron a ser aquellos niños, aunque ahora con arrugas y más historia.

RELATO 11

EL GRAN APAGÓN 

Habian pasado treinta años desde aquel 28 de abril de 2025 en el que Andalucía y toda España habían descubierto que el sistema era frágil.

Sólo fue suficiente un hacker un ordenador portátil para apagar Europa Occidental.

Nadie lo sabía, ¡pero era sólo el principio! Después de que la electricidad, el gas, el combustible, el dinero, a veces los alimentos, comenzaron a agotarse.

El trabajo, gran invitado a las celebraciones del Primero de Mayo era un fantasma del pasado.

Nuestros indómitos nietos lo celebraban a su manera, bailando flamenco sobre el techo de un viejo coche abandonado en el patio.

RELATO 12

BARRIO DE LOS IGNORADOS

Anita y Abel, niños con nombre y sin apellidos, crecieron en el barrio conocido de los ignorados.

Transcurría la década de los años 70, en los que la existencia se vivía en blanco y negro y se desvanecía en color.

Cursaron la EGB en la erudita escuela de la calle.

Las sobras ajenas nutrieron sus cuerpos y fortalecieron su carácter.

Bailaban, saltaban y reían hasta aquel gélido día de enero que un indigente anciano, buscando cobijo, les encontró sin vida, acurrucados dentro del coche en el que depositaron su inocencia y alegría en tantas ocasiones.

RELATO 13

¿HASTA CUÁNDO?

Estaban atrapados. No había escapatoria posible para evitar el trágico destino que, a pesar de su corta edad, sabían que les aguardaba. 

Entonces, la sirena de un barco inundó el aire. No daban crédito a lo que veían sus ojos. A lo lejos se aproximaba su salvación. Celebraron el milagro con todas sus fuerzas hasta que una voz se impuso sobre todo. 

“¡Niñooos! Subid pa casa ya o sus reviento a palos”

La isla y el mar se esfumaron para volver a dar paso al descampado lleno de chatarra. Su rescate tendría que esperar, pero… ¿hasta cuándo?

RELATO 14

DE ESTA FORMA EN QUE TE RECUERDO

De pronto me encuentro con tu imagen como quien descubre un billete doblado en el fondo del bolsillo. Sorprendido y afortunado. Me transporto fugazmente al día en que nos llevaron a ver el campamento del circo: el elefante, los leones, el equilibrista en su larguísimo monociclo, y nosotros dos subidos en lo alto del coche, jaleando ese mundo lejano. Aún me duele verte partir de la mano de la mujer barbuda. Espero que te vaya bien allá donde estés, galopando bocabajo, tragando espadas, leyendo el futuro o girando sin parar mientras los cuchillos vuelan a tu alrededor.

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