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Autor: Ted Naismith. |
RELATO 1
NO DEJES DE SOÑAR. INCURSIONA.
Había sufrido acoso escolar.
Era feliz cuando dormía. Su cuarto se inundaba de magia, apoderándose la fantasía de sus sueños. Era un héroe: “Tornado de Fuego”. Se metía en la cabeza de los malos, volviéndolos buenos.
O el defensor: “Humo Invisible”, que envolvía los chicos que se burlaban de su amiga Margarita, discapacitada, para que fueran compasivos.
Siendo pequeño, su tía le había dado un talismán, según ella, regalo de los Duendes. Era una chapita que decía: “No dejes de soñar”.
Soñó. Soñaba…
Se hizo psicólogo, dedicándose a ayudar a niños con problemas.
RELATO 2
HERRAMIENTA DEL DESTINO
Y mientras la Tierra se sumía en la oscuridad, los ojos de aquellos aterradores dioses cósmicos brillaban con una luz que desafiaba la realidad, anticipando el momento en que la última chispa de vida se extinguiría, dejando un lienzo de desolación sobre el que tejer sus siniestros diseños.
Toolth, herramienta del destino, desde más allá del universo detectable, les dejaba hacer. Llevaba eones observando cómo el flujo del tiempo, en sus manos, se extendía de forma infinita. Ella se encargaba de mantener el equilibrio y había decidido, por el momento, no intervenir. La purga era necesaria.
RELATO 3
SUEÑOS CON MIEDO
Mónica se despertó bañada en sudor, la pesadilla había vuelto a repetirse.
Estaba acostada en una mesa de mármol blanco, junto a una vela negra y otra blanca, personas sin rostro hacían un rito satánico.
¡In Nómine Dei Nostri Satanás Luciferi Excelsi! ¡Volumus Ut Novis Ad Quod Homines Apud Nos!
Gritaban, repetiendo una y otra vez.
Empezó a tener esa pesadilla después del accidente, su marido y su hijo murieron.
Nunca se perdonó el haber tenido esa distracción por mirar el móvil, el impacto fue brutal y sólo ella logró milagrosamente salvarse, aunque su pena la tenía enterrada en vida.
RELATO 4
LUCHA DE GIGANTES
Detuve la escena en la pantalla de mi televisor. No me gustaba la ciencia ficción, pero aquella imagen me evocaba sentimientos. LLegaba a representar cómo me había hecho sentir durante muchos años. Por un lado, estaba Morgoth, te representaba a tí, gigante, oscuro, todo afilado e intentando siempre aplastarme para evitar mi huida. Encerronas vitales, las llamaba yo. Por otro lado estaba yo, Fingolín. Representaba la figura pequeña pero fuerte, canalizado, seguro, y ya dotado de estrategias y recursos para afrontar cualquier enfrentamiento por muy grande que fuese. Resultaba increíble comprobar cómo una imagen vale más que mil palabras .
RELATO 5
COMBATE SINGULAR
Al cabo de un tiempo, se sintió fatigado.
Su corazón galopaba como cien corceles cabalgando sobre la blanca espuma de un mar embravecido; y su respiración agitada, buscaba calma dentro de su plateada armadura, que refulgía única entre la sombra y la llama.
Siete veces había herido a su enemigo, y siete veces un grito descendió más profundo que las mismísimas entrañas del mundo, vertiendo su negra y humeante sangre, que manaba hasta colmar y mancillar para siempre, aquella buena tierra.
Entonces divisó el miedo en sus ojos y tuvo esperanza; y alzó su espada que brilló como mil amaneceres.
RELATO 6
ARTES MARCIALES IMAGINARIAS
Juana se acerca a la gasolinera. Está amaneciendo.
Un coche aparca al otro lado del surtidor. Tiene miedo. Algún trauma infantil que desconoce.
Su cabeza empieza a crear una imagen monstruosa, el peligro acecha, lo saben sus entrañas. Contrae todos los músculos, su corazón va a mil. Pero solo su sistema nervioso reacciona, y aparecen imágenes de una pelea alucinante.
El hombre tiene muy mala intención, la ataca. Salen chispas y vuelan centellas. Ella reacciona, le dobla la mano, le pisa el cuello.
Termina el ruido del dispensador. Acaba el repostaje.
Vuelve a la realidad y cuelga la manguera.
RELATO 7
VIVE EN TI
En la Montaña del Cuervo aguardaba la última prueba. Aunque pareciese imposible, debía acabar lo que había empezado. El cielo se oscureció más aún y ante sus ojos se materializó un demonio gigante que amenazaba con aplastarlo.
Su espada y coraje no serían suficientes para vencerle. Cerró los ojos, aceptando su trágico destino, y sopló su cuerno para despedirse del mundo. Entonces, una luz que emitía todo lo bueno de su esencia esclareció el lugar, reduciendo la amenazante figura a un niño.
Era él, su yo del pasado. Lo abrazó con fuerza mientras lloraba de alegría. Las tinieblas habían fracasado.
RELATO 8
SUEÑO DE LOS PIES PEQUEÑOS
Mamá, que no puedo dormir, que han vuelto a mi cama y se han sentado a mis pies.
Me miran con sus ojos brillantes, susurran palabras extrañas.
Cuando cierro los ojos los veo más claros. El miedo es frío, mamá.
Cada sombra es su sombra, ahí están, detrás de los libros.
Quédate conmigo que en tus brazos se marchan.
Aunque no hables, tu calor es mi escudo.
En tu pecho, mamá, los monstruos se disuelven en el aire.
No quiero cerrar los ojos, mamá, si no estás conmigo.
Que cuando los cierro, vienen y se sientan a mis pies.
RELATO 9
LUCHA ETERNA
Los cómics eran tendencia.
Apenas salían a la venta desaparecían. Las secuencias narradas en clave de ciencia ficción eran pequeños trazos de una historia real, pero eso no lo sabía nadie, excepto...
En una cama de hospital, conectado a miles de cables y modernos aparatos, yacía Esteban, joven dibujante, en coma profundo tras un aparatoso accidente de moto.
Casualmente un científico quiso probar un invento que, conectado al cerebro del comatoso, era capaz de representar mediante imágenes lo que pensaba.
Así, podía ver la eterna lucha de Esteban contra lo que lo retenía dormido: el terrible y oscuro coágulo cerebral.
RELATO 10
BATALLA A VIDA O MUERTE
Sobre las 8 despertó de la anestesia.
-Estaba encadenado en la cueva con mucho miedo. Después de días buscándome, un caballero parecido a papá se hizo paso entre las rocas. Forcejeó con los grilletes hasta que todo tembló. ¡El gigante había regresado! Desplegó su garra sobre nosotros, hiriéndonos a ambos en el costado. Con escasas fuerzas, el caballero se entregó a la lucha hasta derrotarlo. Entonces desperté mamá.
Verlo contar aquella historia en la Unidad de Trasplante Renal, con su padre aún dormido al lado, me abrumaba.
Desde aquel día sus dos cicatrices fueron llamadas "las heridas de la batalla".
RELATO 11
LA BATALLA INTERMINABLE
La adicción era un monstruo que había que destruir.
_CUENTO_
_Nuestro Reino estaba preparado para el enfrentamiento._
_Teníamos a nuestro favor el deseo de superación. Éramos un ejército correoso y escurridizo, y nos resultaba fácil, a pesar del gran esfuerzo, en la frontera de los logros conquistados, sembrar nuestra personalidad de obstáculos y trampas._
_Detrás de las defensas, esperábamos a que la bestia cayera a nuestros pies, y una vez derribada, con nuestras voluntades, atravesábamos sus ojos hasta causarle la muerte._
_Había que estar siempre alerta. En cualquier momento podía volver a atacar otro monstruo de la adicción._
_¿Fin?_
RELATO 12
CUANDO TODO ACABÓ
_- Hola Sigmund, ¿qué tal la semana?_
"Maximilian, no hemos venido a hablar de mí. Cuéntame tu sueño de anoche."
_- Estaba en un lugar oscuro, pero yo era un guerrero, fuerte y seguro de mí. Atravesaba un camino cuando, de repente, ante mí apareció una figura tenebrosa._
_Por muy seguro que estaba, esta figura me hacía sentirme muy pequeño y débil. Intenté pelear contra ella con todas mis fuerzas, pero cada vez estaba más indefenso. Cuando creí que todo acabó, desperté._
"Bueno, creo que ha llegado el momento que hablemos de cuando tu padre iba a tu habitación por las noches."
RELATO 13
LA GUERRA DEL FIN DEL MUNDO
El cielo se tornó gris y el resplandor de los incendios iluminaban el horizonte. La tierra tembló abriendo grandes surcos en medio de la batalla que tragaban todo lo conocido.
Extrañas figuras de ficción parecían disputarse el poder mientras los humanos, incapaces de luchar contra ellos observaban atónitos aquéllas dimensiones de fuerza jamás vistas en un mundo real.
Parecía como si una sentencia divina se hubiese pronunciado hasta destruir todo lo imaginable.
Seres extraordinarios luchaban entre sí. Aquéllo parecia ser el fin del mundo conocido y el inicio de otro que establecía las mismas bases erróneas que el que desaparecía.
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