![]() |
Autor: Robert Doisneau |
RELATO 1
INFANCIAS ROBADAS
Ajenos a la barbarie que se desarrollaba en el Congo por el control del coltan. Jugaban con la muñeca de paja y la pelota de trapo; sus ensortijados cabellos ennegrecían el día, iluminándolo con sus travesuras; sus risas infantiles atravesaban la sabana y las colinas, viajando en el viento. El agua cristalina bañaba sus desnudez, descubriendo él y ella que eran diferentes, pero eso no alteraba su amistad y su infancia.
Un estruendo desmoronó su poblado igual que su inocencia.
Cuando se volvieron a ver, bajaron la vista.
Ella en brazos de los soldados y él con un fusil.
RELATO 2
DE LAS MEMORIAS DE EVA
Adán y yo, cuando eramos niños, jugábamos cada tarde a hacer pis en la calle más alta del pueblo, allí donde está la iglesia. Imaginábamos que nuestro cuerpo era la montaña de la que brotaba el manantial de agua dorada. Disfrutábamos mirando anonadados como los dos riachuelos bajaban por la cuesta y cruzábamos los dedos para que nuestro río fuera el más largo.
Un día, hasta construimos barquitos de papel para que navegaran en esas aguas turbulentas. Reíamos a carcajadas, tanto que el Padre Damián nos oyó. Salió enfurecido de la iglesia y nos expulsó para siempre del Paraíso.
RELATO 3
SIEMPRE
Nuestra infancia está llena de anécdotas de diversa índole que nos gusta recordar a menudo.
Aunque se reía (y lo sigue haciendo) de mis caídas continuas, de mis choques con postes y de mi capacidad para perderme en cualquier sitio; me ayudaba cuando más lo necesitaba. Un buen ejemplo de ello es el día en el que se me atascó la cremallera al terminar de hacer pis en la calle.
Cantando una copla consiguió que me relajase y solucionase mi problema. Sólo ella podía salvarme con su espontaneidad.
Por momentos como ese, es la mejor hermana del mundo.
RELATO 4
TORTAS DE BARRO
Aún recuerdo las aburridas historias de mi padres de cuando se divertían con una muñeca de trapo, o un camioncito de madera, pero ahora me enfrento a mis hijos contando cómo nos divertíamos corriendo en las calles, jugando como si nada importara, flirteando con las chicas de la calle de atrás. Su mirada es extraña, pero muy parecida a la que pienso sería la de los indígenas viendo las carabelas de Colón. No lo pueden entender, pero tienen razón. Es mi culpa querer que a sus cinco años sean abogados o médicos, ingenieros o empresarios, de qué vale su niñez…
RELATO 5
COBERTURA
Carmencita protegía continuamente a su hermano menor y lo ocultaba cuando orinaba en la fachadas de cualquier calle del Perchel mientras jugaban.
Paco se casó y trabajó de encargado en una carpintería, pero la afición a la bebida sometió su voluntad y poco a poco fue cayendo en un profundo pozo agrio.
Entretanto, Carmen cubría el hambre de sus sobrinos pero ya no podía ocultarlo cuando orinaba en las calles del barrio mientras volvía a casa borracho y violento.
Tampoco pudo protegerlo en aquella mortal pelea de taberna por un maldito vaso de vino.
Siempre se culpó por dejarlo solo.
RELATO 6
MONÓLOGO DE UNA SOBREDOSIS
Mientras escucho el lamento agónico de tu viejo frigorífico, nos recuerdo...
De pequeños te divertías metiéndonos en apuros, sabiendo de mi timidez casi patológica. Pero, quedarte con las ganas de hacer lo que se te ocurría, nunca entró en tus planes.
_Doña Perfectita_, me llamabas ¿te acuerdas? Te encantaba chincharme y reírte de mí si me enfadaba. Sin embargo, no podía vivir sin ti. Ni tú sin mí...
Hasta que te perdiste por un camino en el que no te acompañé... ni lo habrías querido...
Ahora te estás yendo para siempre. Vete tranquilo, hermano... Estoy aquí, a tu lado.
RELATO 7
MI AGÜITA AMARILLA
De la escuela en estampida a casa. El pan con chocolate, los "gorilas" bien amarrados y a dar rienda suelta a nuestra energía infinita. El chorro, la rayuela, la comba, el fútbol, dejaban a chicos y chicas exhaustos.
Las rodillas desolladas, algún chichón, un moratón, eran condecoraciones que lucíamos orgullosos.
Sin noción del tiempo hasta para aliviarnos con un pis. Sobrevenida la necesidad alguno vigilaba para no ser sorprendido por el dueño de la pared inoportunamente regada.
Un "judas" se chivó una tarde. Fui pregonado por megafonía desde el campanario del pueblo.
Multado con cien pesetas por verter aguas menores.
RELATO 8
SECRETOS DE FAMILIA
Ninguno de los dos chiquillos sabía el motivo por el cual la mamá de Carlos y el papá de Emilia no querían que estuvieran juntos. Aunque ellos siempre se las apañaban para acompañarse un rato a la salida de clase.
Una tarde, Emilita le pidió a Carlitos que la tapara en una puerta porque se hacía pis, él, todo caballeroso la tapó, aunque luego le pidió a ella el mismo favor. De reojo Emilita vio la nalga de Carlitos y toda sorprendida le dijo bajito: Oye, ¿sabes que yo tengo en el mismo sitio una mancha igualita que la tuya?
RELATO 9
LAS LÁGRIMAS QUE NO VIMOS
Mamá era "masajista". Nos conminaba a jugar fuera hasta avisarnos, “para no molestar a los clientes”, decía.
Corríamos libres por el campo, íbamos donde el pastor y su perro, trepábamos árboles…
Pese a nuestra tierna edad, intuimos maledicencia en las miradas y gestos de los aldeanos. Siempre obedientes, permanecimos calladitos, asustados sin saber por qué. Mamá se enfadó con el mundo.
Para no contaminar nuestra inocencia, el orgullo materno se vistió de dignidad y dirigió un claro discurso a “la buena gente”.
Alumbró nuestra vida pintándola de colores y cálidamente nos acompañó hasta su fin con sonrisas, abrazos y flores.
RELATO 10
“¿JUEGAMOS?”
No me considero nostálgica. No suelo recrearme en recuerdos sentimentales. Prefiero vivir en el presente. Pero hoy, al abrir tu libro de cuentos, una fotografía de nosotros cuando éramos pequeños emergió de entre sus páginas. Jugábamos al “Un, dos, tres, pollito inglés”. Tú eras aquel que, apoyando la cabeza en la pared, te girabas rápidamente, incluso antes de acabar la frase. Absorta en ese recuerdo, me inundó un sentimiento que no sabría cómo describirlo. Fue como cuando te sorprende una suave lluvia de verano, y al instante te penetra el aroma de la tierra recién mojada. Te echo de menos…
RELATO 11
AÑORANZA
Hoy he visto aquella fotografía
¡Qué felices éramos!
"Vamos a escondernos, date prisa y termina que nos van a pillar".
"Espera que me hago pipi, tú vigila por si vienen y no me mires que ya casi acabo."
¿Dónde nos escondimos?
Qué más da, no lo recuerdo pero aquella inocencia fue lo mejor que nos pudo pasar. Hoy estrecho sobre mi pecho aquella fotografía, no sé qué hubiera sido de tu vida pero la añoranza de aquella niñez me hace recordarte.
Te fuiste demasiado pronto.
Tu camita vacía desde entonces.
Papá y mamá...bueno, ya sabes, como siempre desde entonces.
RELATO 12
MI PRIMA Y YO
Ella venía en verano...
De una hamaca invertida y tres sillas plegables, hacíamos una cabaña. De dos palos de escoba y una sábana, el telón del escenario de nuestras obras improvisadas de "teatrillo" familiar. De nuestro dormitorio compartido y nuestras camas, el lugar de nuestros juegos eróticos disfrazados de intervenciones médicas. De las ramas más altas de la mimosa del jardín, nuestro escondite favorito. De la piscina del vecino, nuestro lugar de juegos bajo el agua, de la que salíamos más arrugados que una pasa.
Y de las prohibiciones de nuestros padres, nuestra maliciosa venganza en forma de meada.
RELATO 13
RABO DE LAGARTIJA
Agarrando el rabo con dos dedos, Juan posaba la lagartija sobre nuestras manos abiertas y su piel suave nos hacía cosquillas en las palmas.
Aterrado por el tacto seco, el reptil salía disparado con un pequeño latigazo del apéndice.
El gritito de Juan me alegraba más que el trozo de pan con chocolate que nos daba la tía Tora los domingos.
Yo lo era todo para él y él lo era todo para mí.
Pero siempre tenía que darme la vuelta, nunca permitió que viera su colita. Yo pensaba que tenía pequeñas escamas verdes, como la de la lagartija.
RELATO 14
LOS NIÑOS QUE ABRILLANTABAN DEDALES
La marquesa de Ladrillar de las Hurdes descansaba en la comarca a comienzos de la primavera.
La vieja caprichosa, coleccionaba cientos de dedales de platino y oro, que acumulaban cardenillo de año en año.
Los niños que quedaban en el pueblo, eran enviados a limpiar los dedales con sus pequeños deditos.
Uno de aquellos niños, apodado "El jilguero", acostumbraba a orinar cada mañana en los muros de las caballerizas de la Noble.
La marquesa, indignada, quería abofetearle, pensando que si esto ocurría estando vivo El Generalísimo, qué no ocurriría sin El.
Pero necesitaba las manitas de los niños.
RELATO 15
CON-TACTO/CON-SENTIMIENTO
Javi hizo pipí y enseñó su colita a Marta. Teníamos seis años, a veces lo hacíamos en las escaleras, otras, debajo, en lo que llamábamos la covacha. Javi palpaba nuestras vulvas apartando faldas y bragas. Sin el menor cargo de conciencia, me resultaban agradables su caricias suaves.
Una tarde jugaba sola en la huerta. A mis nueve años no alcanzaba los plumeros de las cañas. El Capi, de unos trece, apareció y se ofreció a subirme. Hubo un vuelco en mi interior y una terrible angustia cuando noté sus dedos hurgarme. Y me sentí sucia y culpable durante muchos días.
RELATO 16
LA CARTILLA
Se escondieron con la cartilla de Luisito en la Plaza de Los Caños. Arrancaron hojas con distintas letras y crearon con ellas muchos barquitos.
Hicieron sus apuestas. Paula vigilaba para que no los descubrieran los mayores.
Con muchas risas, Luisito hizo pis en el suelo y aquellos barquitos de papel avanzaron por el pequeño riachuelo.
—¡Va ganando la aaaa!
—¡Que nooo, que le está adelantando la oooooo!
Cuando la madre de Paula volteo la esquina, se encontró con el puerto de barquitos de letras:
— ¿Pero qué habéis hecho? ¡Sois muy buenos marineros, pero muy burros! —dijo tirándoles de las orejas.
RELATO 17
EFECTOS COLATERALES
Ese fue el primer acto. La vez primera para protegerle. Algunos lo denominarían lealtad; otros, quizá fraternidad. Un simple acto inocente. Una necesidad vital, un " pis" de los tantos de la vida.
Con el paso de los años, el transcurso del tiempo y la propia evolución de la vida el impacto de las acciones, y reacciones, de ambos inevitablemente fue "in - crescendo".
Él siguió siempre hacia adelante, actuando a su antojo, ejerciendo el libre albedrío. Obra perfecta de su narcisismo (de él) y de la protección incondicional de ella.
Él vivió su vida, definió su propio destino.
Ella creció a su sombra y acabó entre rejas, descontando días, encubriendo un asesinato.
No hay comentarios:
Publicar un comentario