viernes, 10 de febrero de 2023

RELATOS SEMANA 143

Foto autor anónimo 

RELATO 1

Dieta carnívora

Como la araña teje su trampa, las hermanas Mirasierra embaucaban a sus victimas, que bajaban a su sótano sin temor, donde les esperaban torturas que ni el demonio se atrevería a nombrar.

Si pasabas debajo de su ventana te regalaban una sonrisa, parecían dos damiselas amables que vivían volcadas en sus mascotas.

Pero la realidad era otra y se descubrió demasiado tarde. 

La policía encontró restos óseos, ropa y otros enseres, pudiendo ser identificados unos 50 viajantes.

Eso sí, cuidaban de sus animales, que se veían lustrosos y sanos.
Comían carne a diario.

RELATO 2

La jornada laboral de ocho horas

"Ocho horas de trabajo, ocho horas de ocio y ocho horas de descanso". Esa era la demanda. 

Aquel día mejoró la vida de las siguientes generaciones.

Aquel día salieron decenas de miles de trabajadores a las calles de Chicago para reivindicar jornadas inferiores a las 12 o 14 horas habituales. 

Aquel día se escucharon quejas, temores, risas, consignas, sirenas, gritos, carreras y disparos.

Aquellos días hubo muertos y detenciones.

Aquellos días de mayo de 1886 dos familias, como tantas otras, esperaron en la ventana el imposible regreso de los hombres de la casa.

RELATO 3

Todo estaba bien

De pequeña fui muy feliz. Tal vez me habría gustado tener una hermana o un hermano con quien compartir juegos, pero Toby y Minie cubrían ese deseo.

A mi madre y a mí tía Isa les encantaba la música. Recuerdo las tardes de lluvia poniendo discos en el gramófono, sacando viejas ropas del baúl, disfrazándonos y bailando...
¡Cuántas risas!

Nunca supe quién fue mi padre. Ni siquiera lo pregunté. Algo me decía que no necesitaba más de lo que tenía. 

Cuando cumplí quince años, mamá me dijo que Isa no era mi tía, sino su amor. Yo ya lo sabía.

RELATO 4

“LA ALEGRÍA” DE VIVIR

La imposibilidad de que ande en el futuro sume mi existencia en un profundo letargo.

Tras el sopor de la siesta, animada, mi madre entra en mi habitación, sonríe y me acerca a la ventana, desde donde contemplo ese pequeño pedazo de mundo cuadrado.

_Cuqui_ y _Lana_ se unen a nosotras. Así transcurren las tardes de este cuarteto, que yo concluyo afirmando que son deliciosas.

Por las noches, bajo la almohada, bendigo la infinita paciencia de mi madre que soporta mi carga, rezando para que no la pierda. Mientras, mi voz desnuda grita y, amargas, fluyen mis lágrimas de impotencia.

RELATO 5

ENTRE FLORES Y CORTINAS

Así las recuerdo.
Entre flores y cortinas. Una me dio la vida, perdiendo la suya. La otra me enseñó a vivirla.
Recuerdo las meriendas de pan con nata y azúcar, los cuadernos rayados llenos de su preciosa letra, sus pausados dictados, sus "cosquis" cariñosos cuando metía la pata. Recuerdo cómo fluían las tardes entre libros, juegos y fragancias de rosas y azahar. Nací débil y enfermizo, no pude ir a la escuela, pero mi abuela suplió sabiamente todas mis carencias culturales y afectivas. Aquella foto en sepia me devolvió a la mejor época de mi vida. Mi abuela, mi maestra.

RELATO 6

Huir de mí

Asomada a mi ventana, tengo sentimientos de estar perdida en este mundo.

Mi corazón quiere todo para ayer, conocer la mayor cantidad de lugares, vivir mil experiencias, gritar que viví una vida sin límites. 

Sin embargo, la vida, la familia, insisten en acotar mis raíces y aprisionar mis ilusiones.

Mi mente me sabotea todos los días, tendiendo trampas en el camino. 

Ya no sé qué hacer. 
No sé cómo cortar las cuerdas que me mantienen atada y estancada mientras el mundo sigue girando.

Quiero dejar el camino de la oscuridad, alcanzar la luz, dejar de soñar y vivir esos sueños.

RELATO 7 

El silbido

Nos dejaron solas a las tres: a madre, a hermana y a mí. Tula y Panchito cuidaban de nosotras. 
Padre y hermano marcharon al frente.
Primero lloramos, después el silencio tapó nuestras bocas y secó nuestros ojos.
Bordábamos en la ventana cuando Tula comenzó a ladrar moviendo su cola. 
Al fondo de la calle vimos asomar a un hombre delgado y tiznado por el sol. Le faltaba una pierna. Emitió un silbido que a Tula la hizo echar a correr.

Al fondo de la calle, entre los ladridos de alegría de Tula brota la risa de mi padre.

RELATO 8

Recuerdos

Los olivos eran ráfagas verde plata. Viento que traía recuerdos.
Tierra roja escapada, entre las rendijas del tiempo.
El pasado era un cuadro.
El viejo caserón.
Su perro corriendo detrás de su gato. 
Él viéndose pequeño, jugando en las escaleras.
Su madre diciéndole: “Sube de puntillas para que no te caigas en el camino, así alcanzarás lo mejor“. Con los años comprendió lo que le quería decir.
El reloj acumuló días, años, buscando su meta. Volvió a la casa de su infancia con las sienes encanecidas.                          
Ella sonriendo al entrar le dijo el huerto te espera, está un poquitín descuidado.

RELATO 9

Ahora o nunca

Nuestra relación fraternal estuvo marcada por diferencias desde el principio. Ella era astuta y yo ingenua, ella observaba y yo pasaba el rato, ella empezó a trazar un plan y yo lo creí innecesario.

Entonces, lo que no esperaba sucedió. Las guardianas empezaron a comentar lo necesario que era degustar platos nuevos y aprovechar los recursos disponibles.

Mi alma canina se estremeció a la par que mi hermana se lanzaba al vacío arriesgando una de sus vidas. La vi alejarse velozmente, confiando en que consiguiese ayuda.

A pesar de nuestras desigualdades, sólo nos teníamos la una a la otra.

RELATO 10

TERRY Y YO

A pesar de los años transcurridos desde el final de la _Guerra de Secesión_, mis neurosis seguían latentes. No solamente por las secuelas físicas, si no también por el trauma de haber vivido la pérdida de tantos amigos. El que solo parecía darse cuenta de mi desgracia era _Terry_, nuestro _Spaniel Bretón_. 

Era el primero en estar pendiente de mi llegada, el primero en acompañarme en mis depresiones... Siempre ahí.

Desde que él no está, ya nada es igual... Pero antes de que se fuera, le hice la promesa de que saldría adelante. 

Ahora soy feliz. Gracias amigo _Terry_.

RELATO 11

Únicos testigos

Los habitantes de Bantry, tranquilo pueblo costero del sur de Irlanda, no salían de su asombro cuando detuvieron a las hermanas Macvoy. 

Saoirse y Melan, habían llegado al pueblo a finales de 1911, para trabajar al servicio de los Bridgetown, potentados del lugar.
Cuando éstos desaparecieron, supuestamente engullidos por el Titanic en su viaje inaugural, las abatidas sirvientas continuaron viviendo en la casa, convirtiéndose en respetables miembros del pueblo.

Los titulares de los periódicos de toda Irlanda rezaban:

_"Los restos mortales de los Bridgetown aguardan momificados en su mansión. Sus asesinas no son hermanas. Un perro y una gata, únicos testigos"_

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